Cortijo Catifalarga en la Alpujarra de Granada
NUESTRA HISTORIA
La Alpujarra era nuestro destino. Empezó a forjarse cuando Enrique, de apenas 4 años de edad, vino de Valencia con su madre destinada a ejercer su primer puesto de maestra en un pueblo de La Contraviesa. Pasaron allí solamente unos meses, pero hicieron amistades que resultaron ser de por vida. Desde entonces la familia venía a menudo y pasados años, Enrique ya adulto descubrió Catifalarga. Cautivado por su encanto empezó a visitarla varias veces al año. Por su parte a Anna en su lejana Polonia, desde cuando estudió en el instituto, el nombre de La Alpujarra, que aparece en un poema del aclamado poeta Mickiewicz, le evocaba añoranza de tierras lejanas y desconocidas. Cuando por fin vino aquí quedó enamorada de los pueblos y de la majestuosa Sierra Nevada.
Así que no pudo ser de otra manera que al final venir, ya con las hijas, a vivir y trabajar en La Alpujarra. En la casa rural Catifalarga, con sus distintas estancias y habitaciones, apostamos por la naturaleza que nos rodea, la sostenibilidad, la calidad y la tranquilidad. Con nuestros huéspedes queremos compartir lo mejor de este maravilloso rincón de Andalucía: las vistas a la montaña y al mar, el aire puro, el agua cristalina, la gastronomía y todo lo demás que ofrece esta rica tierra. Nos fascina la historia de La Alpujarra, no deja de asombrarnos la herencia de los Árabes, los antiguos dueños de esta zona, nos encanta hacer deporte o pasear por las interminables pistas de montaña, observar la fauna que rodea este grandioso entorno, o simplemente ver cómo nuestras hijas crecen y disfrutan de la vida inmersa en la naturaleza.